jueves, 17 de febrero de 2011
Cerebros.
Pasé una mala noche. Tenía calor, pero frío a la vez. La fiebre iba aumentando, era insoportable.
Empecé a retorcerme. El dolor era infernal. El calor aumentaba. Notaba como mi corazón se aceleraba, el oxígeno difícilmente llegaba a mis pulmones, mis pupilas se dilataban y contraían muy rápidamente. La herida del brazo me ardía. Mi cuerpo se estaba volviendo loco. Esa fiebre me estaba devorando. Mis pulsaciones se aceleraban a cada segundo. Mi respiración tambien. Parecía como poseída. Mi cuerpo iba a estallar.
Me desperté a la mañana siguiente, sabía que ya nada era igual. Tenía un hambre horrible, pero no quería comer. Al menos no lo que había en la cocina. Miré por la ventana y vi a una joven.
Ahí está mi desayuno.
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